jueves, 11 de marzo de 2010

19 de junio 2008

A las organizaciones sociales y al pueblo trabajador:

Los abajo firmantes, militantes que en las décadas de los 60 y 70 asumimos el camino de la violencia revolucionaria en el Uruguay, queremos expresar nuestra posición sobre lo que el presidente Vázquez denomina camino del “Nunca Más”.

Los orígenes de la violencia en el Uruguay fueron consecuencia del estancamiento productivo, las crisis financieras, el subempleo, la miseria de vastos sectores populares, la avaricia de la clase dominante y la incapacidad de los políticos de turno (blancos y colorados) que decidieron hacer del Uruguay un país dependiente de los capitales extranjeros, instrumentado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Para imponer al pueblo trabajador ese modelo económico y social convenido en la Carta de Intención con el FMI, gobiernos que la población había votado, en particular el de Jorge Pacheco Areco, desataron una escalada represiva violenta e ilegal sobre el movimiento popular. Una guerra contra el pueblo en la hubo un solo demonio: el terrorismo de Estado.

Obreros y estudiantes sembraron su sangre en las calles de Montevideo, porque los Orientales siempre lucharon por sus derechos y lo seguirán haciendo pese a las tentativas mesiánicas de reconciliación entre militares y tupamaros, dejando al pueblo trabajador como espectador de pactos palaciegos. Sepa el presidente Vázquez que la lucha de clases no se detiene por decreto administrativo.

Los tupamaros y guerrilleros no fuimos actores extraños a las luchas del pueblo uruguayo, participamos activamente en el plano sindical-gremial, barrial y político. Una admirable y santa indignación nos llevó a tomar las armas para transformar el sistema capitalista de producción, que no resuelve los problemas económicos de los más humildes, de “los más infelices” , y luchar por un sistema más justo, más equitativo, sin desigualdades sociales, lo que denominamos socialismo.



Sepa, entonces, presidente Vázquez que no vamos a pedir perdón por rebelarnos contra las injusticias sociales y contra un Estado que no daba salidas, reprimía y torturaba ferozmente al pueblo y lo sometía a la dependencia económica del extranjero. No estamos arrepentidos y menos aún podemos hacerlo en nombre de los desparecidos y asesinados que entregaron su vida por la liberación nacional y el socialismo. Sería una total falta l de respeto y de ética.

Presidente Vázquez ¿se imagina usted a José Artigas regresando del exilio paraguayo a pedir perdón a los opresores del pueblo Oriental?

¿Puede imaginarse a Ernesto Ché Guevara o a Raúl Sendic pidiéndole perdón a los EEUU, a Pacheco Areco y a los criminales que aterrorizaron aal pueblo desde el aparato armado del Estado?

Nosotros no, nunca lo haremos. Sentimos un odio irreconciliable hacia los que hicieron una cárcel gigante del Uruguay entero, torturaron a decenas de miles, violaron compañeras y compañeros, desaparecieron forzosamente a cientos de personas, secuestraron niños y niñas. Nosotros no nos prestamos a hacer ese servicio a los dueños del Uruguay y al imperialismo. Verdad, juicio y castigo con los terroristas de Estado.

¿Porqué ni el presidente Vázquez ni la mayoría parlamentaria progresista tienen la iniciativa de anular la Ley de Caducidad para poder juzgar a todos lo que cometieron delitos contra la humanidad?

¿Es cierto que existen pactos secretos? ¿Porqué se continúa con una política económica dependiente que conduce a la debacle social? Aunque la economía crezca, si se mantiene la desigualdad económica y social, la sociedad seguirá dividida en pobres que trabajan y ricos que viven del trabajo ajeno y en esa enorme e injusta violencia social subyacen las causas que engendran las respuestas populares y los enfrentamientos entre Orientales.

“…los Orientales habían jurado en lo hondo de su corazón un odio irreconciliable, un odio eterno, a toda clase de tiranía, que nada era peor para ellos que humillarse de nuevo y que afrontarían la muerte misma antes que

degradarse del título de ciudadanos que habían sellado con su sangre.” José Artigas al Gobierno del Paraguay, 7 de diciembre de 1811.

¡Habrá patria socialista para todos!

Firmas: Manuel Marx Menéndez, Grauert Lezama, Yessie Macchi, Emilio Ezequiel Martínez, Sigifredo Guridi, Heber Mejías Collazo, Irma Leites, Silvio Amodei, Jorge Zabalza, Antonio Viana Acosta, Eduardo (Tato) López Mercao, Annabella Balduvino, Raúl (Pulpa) Rodríguez, Jorge Rossi Rebufello, Casimiro Alonzo, David Cámpora, Gabriel Carbajales, Washington Muniz, Néstor Perdomo, Carlos Rezzano, Luz (Charito) Estefanell, Nicolás Estévez, Rafael Cárdenas Coello, Fredy González, Cecilia Duffau, Carlos Casares, Elsa Paulós, José Artigas Lucas, José Pedro Lopardo

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