viernes, 11 de julio de 2014

Savvas Xiros



por Jorge Zabalza (salió en BRECHA)



2 de julio de 2014. 

Comunicado de la embajada de los EEUU en Grecia. Rechazó y condenó la presentación del libro “Nacido el 17 de Noviembre”, escrito en prisión por Dimitris Koufodinas, que tuvo lugar en la Facultad de Derecho. La embajada entendió que la actividad no estuvo enmarcada en la libertad académica y, haciendo gala de su característica sensibilidad por el dolor ajeno, comunicó a la opinión pública que “el hecho ofende la memoria de sus víctimas”. La frase se refiere a los militares yanquis y británicos ejecutados por la organización guerrillera “17 de Noviembre” a lo largo de sus veinticinco años de lucha antimperialista. Algunos de ellos fueron: Richard Welch, agregado de la CIA en Atenas, el 23 de diciembre de 1975; George Tsantes, comandante de la Armada de los EEUU, el 15 de noviembre de 1983; Robert Judd, sargento de la Armada de los EEUU, el 3 de abril de 1984; William Nordeen, comandante de la Armada de los EEUU, el 23 de junio de 1988; Ronald O. Stewart, sargento de la Fuerza Aérea de los EEUU, el 13 de marzo de 1991 y Stephen Saunders, agregado militar de la embajada británica en Atenas, el 15 de junio de 2000. Dichos militares pertenecían a unidades destacadas en alguna de las tres bases norteamericanas instaladas en territorio griego, que han jugado un importante papel en la estrategia de intervenciones militares en Medio Oriente y el norte de África; desde la mayor de ellas, que se encuentra en Creta, a 300 quilómetros de la costa libia, partió el ataque a Trípoli cuando intentaron asesinar a Gadafi. O sea, las llamadas “víctimas” eran miembros de las fuerzas armadas del “Estado canalla” que lleva la guerra y la destrucción a todos los rincones del mundo.
La embajada no mencionó la situación de Savvas Xiros. Detenido en el 2002 cuando, por accidente, un artefacto explosivo explotó en sus manos. Está recluido en la cárcel de Koridallos. El compañero quedó prácticamente ciego y sordo, gran parte de su cuerpo quemado por la explosión, sus piernas en estado de tumefacción debido a insuficiencias circulatorias. El sistema nervioso no le responde y sufre mareos, apoplejía, inestabilidad y principios de esclerosis múltiple. Un juez ordenó que lo internaran durante cinco meses en un hospital de Tesalónica, pero a los nueve días los “antiterroristas” interrumpieron el tratamiento y lo regresaron a Koridallos, cuyo hospital es un desastre desde el punto de vista médico. Así lo reconoció el Tribunal Europeo de Derecho Humanos que condenó a Grecia por el “trato inhumano o degradante” a que está sometido el miembro del Movimiento “17 de Noviembre”. En lugar de los médicos, son la policía y los jueces quienes determinan las condiciones en que se atiende a Savvas y, a nadie puede escapar que, hoy por hoy, en lugar de preocuparse por su salud, se lo está hostigando y reprimiendo, pues prolongar su encarcelamiento es torturarlo, lisa y llanamente. A la diplomacia de los EEUU, cómplice de los crímenes de Guantánamo y Abu Graib, no le interesó que en la Facultad de Derecho se denunciara que un ser humano ha sido colocado al borde de la muerte y el gobierno lo empuja sin piedad hacia ella.   
La situación de Savvas recuerda los homicidios de María Bonilla, Roberto Luzardo, Raquel Culnev, Washington Giménez,  Adolfo Wasen, Ángel Yoldi, Miguel Goitiño, Ariel Ozer Ami, Jorge Leivas y tantos más, de los que son responsables los mandos de los establecimientos militares de reclusión y del hospital militar. A ellas y ellas se  los privó de la atención médica que debieron proporcionarles. Sus homicidios continúan impunes en el Uruguay Progresista, pese a ser tan sencillo determinar la identidad de los médicos y de los oficiales al  mando. Simplemente no hay voluntad de investigar y juzgar los delitos de lesa humanidad.
En Grecia el proyecto represivo avanza: en estos días el parlamento aprobará la nueva ley carcelaria presentada por el gobierno. Con ella se dará el “marco legal” para las “cárceles de máxima seguridad” y se tomarán las mismas medidas de aislamiento y represión con los presos políticos que hoy existen en Guantánamo. Es decir, se está presenciando una campaña de exterminio, como las desarrolladas en los ´70 en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. El ensañamiento con los presos políticos es parte de la fascistización de la vida política en Europa. Intentan tomar medidas ejemplarizantes, que amedrenten y disuadan los movimientos de resistencia a las políticas de reducción del salario y de la seguridad social. ¡Cuidado, que pueden ser detenidos y la van a pasar tan mal como los presos políticos griegos!
La desaparición del Estado Bienestar se percibe simplemente caminando por las calles de Atenas. La sociedad está profundamente fracturada: de un lado, las grandes mayorías hundidas en la pobreza o intentando escapar a ella y, del otro lado, el “uno por ciento” disfrutando de sus yates en las islas del Egeo. En la medida que avanza en la militarización del Estado, a imagen y semejanza de aquellos de la Doctrina de Seguridad Nacional, la derecha griega va quedando aislada y sin crédito político. La Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA), que pretende convocar y reunir las fuerzas opositoras, ha logrado tender un cerco político y electoral sobre el gobierno y le exige que  adelante las elecciones nacionales. No es la única opción política que hay sobre la mesa: la violencia que implican las consecuencias sociales del modelo, hacen crecer la bronca en el pueblo trabajador y colocar sobre el tapete la cuestión de la violencia revolucionaria. En la medida que se ahonda la injusticia social y la represión instala la muerte en las calles, nunca faltan los corazones jóvenes decididos a jugarse la vida por la revolución, como dijo Zelmar Michelini en aquel memorable discurso de condena a la escalada represiva del régimen autoritario de Pacheco Areco, en el Uruguay de 1970. También es cierto que algunos corazones viejos, pese a estar encallecidos a fuerza de rejas y palos, podemos jugar un papel en la solidaridad internacional con quienes sufren las mismas penurias que sufrimos nosotros.




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