domingo, 27 de septiembre de 2015

“Un empresario tiene derecho a despedir a quien quiera y sin dar explicaciones”, declaró el ministro de trabajo del Paraguay. Para reclamar sus derechos y sus salarios, más de veinte trabajadores están clavados a una cruz con la boca sellada con clavos...¿Cuánta desesperación cabe en esta medida? ¿Cuántos siglos de impotencia y humillación heredan estos trabajadores?









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